miércoles, 15 de diciembre de 2010

El vacío es el final, el vacío es el principio.

Todo se mueve a gran velocidad, el viento sobre mi rostro paralizándome
dejándome ver aquella altura que termina en nada
y pensar en las cosas maravillosas que da la vida, o en las cosas miserables.
Y siempre, por mas que no quieras, te preguntas el porque de todo,
como si el filósofo mas importante siempre supiese la verdad,
o tal vez el genio suicida que no soporta saber demasiado.
Estas ahí, apretando fuertemente una cruz
fingiendo tener fe en algo, y que eso te salvará...
Queriendo engañarte hasta el último momento, sabiendo que nada podrá hacerlo.
Es una esperanza con una blancura tal que no sabes
si esta llena de posibilidades o es totalmente vacía. Y esa duda te come la cabeza.
Ese valor que nunca tuviste, se te para frente a frente
y te reta a lo mas absurdo que jamás hayas pensado.
Algo equivalente a saltar al vacío con las manos vacías,
pues en tu cabeza gira la idea de que el vacío es el final,
el vacío es el principio.

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