ya no tengo insultos que decir,
ni palabras que gritar...
No tengo nada para decirte, y eso me pone tranquila.
Me metí donde no debía,
miré lo que no debía,
solo fue una puntada en el estomago...
pero mis lágrimas ya no cayeron.
Ya no hay más de ellas.
Tal vez me di cuenta que mirando en la balanza..
me diste mas cosas malas que buenas.
Y esas palabras tuyas bizarras que te sabes de memoria,
esas promesas tuyas que solo duran un par de horas.
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