jueves, 15 de septiembre de 2011

Ella sale del sol en un vestido de seda, corriendo como una acuarela bajo la lluvia. No te molestes en pedir explicaciones.
No te da tiempo para preguntas mientras entrecruza tu brazo con el suyo, y sigues hasta que tu sentido de la dirección desaparece por completo.
Al lado de los muros de azulejo azul cerca de los puestos del mercadillo hay una puerta escondida a la que te dirige. Estos días, dice, siento mi vida
igual que un río que fluye...
Te mira con tanta frialdad y sus ojos brillan como la luna sobre el mar, pues llega la mañana y aún estas con ella. 

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